Existen argumentos varios para alejarse de la lechuga, y es que al momento de preparar una ensalada puede ser muy tedioso estar lavándolas al momento, que las lechugas tienen tierra, que se oxidan en el refrigerador, que las amebas, los pesticidas, el Elicobacter pilori, y más…
En realidad todas éstas son excusas que no permiten disfrutar de un acompañante extraordinario para cualquier comida.
Si bien es cierto, hay cadenas de supermercados que las venden, lavadas, picadas y empaquetadas, en ocasiones suelen ser costosas, o no vienen lo suficientemente lavadas como para consumirlas en confianza, y si quieres saber como hacerlo por tu propia cuenta, sigue leyendo este artículo!
Lo primero que debes considerar es que si deseas tener lechugas almacenadas, fresquitas y listas para servir, debes escoger variedades como la lechuga romana, rucula, trocadera, kale y escarola cuyas hojas son más resistentes y pueden durar hasta 10 días en un bowl, totalmente frescas.
Hay otras variedades de lechuga un poco más frágiles, como la iceberg y la hoja de roble, con éste método que te enseñaré a continuación puede que duren máximo 3 días.
Mis preferidas son las romanas, ya que duran muchísimo y porque ademas con su gran tamaño, se pueden usar como sustituto de la tortilla de harina de trigo mexicana, hasta incluso para envolver tu hamburguesa.
Lechugas frescas listas para ensalada
Plato: SaladsCocina: Other world cuisineDificultad: Easy20
minutos5
minutos8
kcalAcá tienes las claves para tener lechugas frescas como si las hubieses sacado de la huerta…. ¡una semana después!
Ingredientes
Lechuga romana
Agua potable
50 ml. de Vinagre blanco por cada litro de agua
- MATERIALES
Colador de pasta
Bowl grande
Papel Absorbente
Toalla de cocina limpia
Bowl Hermético o bolsas con cierre.
Instrucciones
- Separa las lechugas con la mano, desprendiéndolas del tallo. Enjuagalas para eliminar cualquier rastro de tierra y colócalas en un bowl.
- Cubre las lechugas con la proporción de por cada litro de agua, 50 ml. de vinagre, remueve suavemente y deja reposar por al menos 5 minutos.
- Pasado el tiempo, ten a disposición un colador de pasta, puedes ir sacando hoja por hoja, vuelves a enjuagarlas del vinagre y las vas colocando de pie sobre su tallo para que escurran todo lo que se pueda.
Notarás que el agua del remojo, tiene una especie de espuma, allí quedan todos los pesticidas, aceites, conservantes y otras toxinas que traen adheridas. - Puedes dejar que se sequen al aire sacudiendo el colador cada cierto tiempo, pero nunca dejándolas más de una hora fuera de la refrigeradora ya que podrían marchitarse si estás en temporada de calor. En otro caso, un poco mas tedioso, pero si no dispones de tiempo para dejarlas secar por si solas, puedes secar hoja por hoja con una toalla de cocina, sin presionarlas para que no se rompan.
- En un bowl hermético, o una bolsa con cierre, coloca en el fondo una hoja de papel absorbente, éste ayudará a mantener la frescura de las hojas de lechuga. Lo ideal es que queden holgadas y no apretadas entre sí, para que no se marchiten.
- Mi forma de guardarlas es en hojas enteras y las pico sólo al momento de servirlas, usa únicamente un cuchillo de plástico o de madera, para que no se oxiden. También puedes rasgarlas con la mano, pero por motivos de estética, precisión y rapidez yo prefiero el cuchillo de bambú.
- Procura que el bowl siempre quede bien cerrado, para que así el frío de la refrigeradora no les afecte, y duren muchísimo más.